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Lo verde

Amapolas

 

Cuento (quejas: al maestro armero)

Era novicia en el convento, su merced: endulzar las bocas de los fieles con dulcismos pasteles que sus blancas manos engendraban.
El destino no pudo ser más cruel,( siempre nos enamoramos en el trabajo), ella tuvo que caer prendada de un pastel. Dios, !se fue a enamorar del borracho¡.

¿Todavia hacen pasteles borrachos?

El maestro armero:
La inductora